CRÓNICA DEL CAMINANTE – PICO BELTRÁN
- Pablo Tréboles
- 26 feb 2019
- 7 Min. de lectura
Por. Pablo Tréboles
En una noche fría a la mitad de los Andes, un violín sonaba al ritmo de la Trantella Napoletana y de Pasillos Ecuatorianos, estábamos reunidos en Chiguac: Cesar, Walter, Antuquito y yo, César había estado muy emocionado de conocer a Antuquito, pues yo le había contado hace unos meses las grandes aventuras que he vivido en compañía de mi amigo y maestro Antonio Morales (Antuquito) y pues César tenía muchas ganas de conocerlo y conversar con él. Por fin había llegado el día en que esos dos personajes del montañismo ecuatoriano se juntaran la noche del 29 de diciembre, pude notar que César y Walter se mostraban muy curiosos por los diferentes artículos interesantes e históricos que Antuquito guarda en Chiguac: La firma de Eloy Alfaro, un antiguo pondo Inca de más de 500 años de antigüedad, las cámaras antiguas y una botella de vino que funciona como caja musical que dándole cuerda hace bailar a una pareja en su interior hacían que mis amigos se sorprendieran con la magia que guarda esta hostería ubicada en Machachi.
Antuquito nos mostró su biblioteca llena de libros interesantes y curiosos, nos contó un poco sobre su historia y la montaña y sobre la historia del montañismo ecuatoriano, nos habló del enigmático Sangay y luego nos invitó a escuchar la música nacida de su violín, así terminamos la noche del 29 de diciembre del 2017, al siguiente día iríamos a visitar el Pico Beltrán.
La mañana del 30 de Diciembre del 2017 nos alistamos para ir a en busca del misterioso pico del que les había hablado a mis amigos. El Pico Beltrán fue Bautizado así por Antuquito, Cristian Ballesteros y mi persona en el año 2014, desde entonces esta montaña ha sido todo un misterio para muchos amigos montañistas, pues hemos sido pocos los que nos aventuramos por sus rocas, quebradas y cuevas, esta vez mis dos amigos serian parte de esa pequeña lista de personas.
Antes de continuar, quiero aclarar que en esta crónica no revelaré la ubicación del pico, aunque a algunos de los lectores ya les he contado de él, en esta crónica solo dejare unas cuantos indicios, para dejar que ustedes mismos se aventuran como los antiguos exploradores.
Llegamos a la Hacienda San Agustín (Primer indicio) en Machachi y desde ahí empezamos el ascenso en auto hasta llegar lo más cercano posible a la base pues habíamos salido ya tarde de nuestro lugar de descanso, tristemente encontramos que en la parte alta del páramo están ubicadas las enormes redes de transmisión de una conocida hidroeléctrica (segundo indicio) pude darme cuenta que el impacto ambiental generado por la presencia de estas redes, solo es paisajístico pues no ocupan un gran espacio del terreno y tampoco son muy altas como para afectar a las aves, sin embargo lo que sí es grave es la apertura de una vía de segundo orden en medio del páramo.
Recuerdo que en el 2014 fuimos a explorar este pico caminando desde la hacienda, la caminata hasta la base del pico y área de campamento era de aproximadamente 5 horas, con el camino que ahora existe nos ahorramos esas 5 horas y solo nos quedan 4 horas para llegar a la cumbre del Pico. Hicimos la oración de montaña para pedir permiso a los Apus ¡OH GRAN HACEDOR DEL UNIVERSO! Y con un fuerte Huyayay nos adentramos en el páramo, a nuestra derecha algunos caballos nos veían curiosos pues no es normal encontrar a caminantes atravesando esta área montañosa, solo los cazadores y los chagras que van a buscar ganado bravo, pasan por ahí, muy pocas veces se ve a montañeros o exploradores caminando por esos lugares, llegamos al lugar en donde acampamos hace 3 años justo en los pies del hermoso pico rocoso, debíamos atravesar un rió por un paso ubicado frente a nosotros al otro lado encontramos 3 grandes piedras que muchas veces funcionan como refugios para los cazadores y los chagras (tercer indicio).
Ascendimos por el empinado pajonal intentando acercarnos a la roca para de ahí rodear a la ladera rocosa en busca de un paso que nos llevará al sector de unas cuevas que marcan el inicio de la escalada (cuarto indicio), A la cabeza del grupo iba Antuquito, yo caminaba a su paso conversando y recordando las historias de este lugar y tratando de leer el camino que habíamos tomado hace 3 años, sinceramente yo me encontraba muy emocionado por volver a este lugar, pues fue uno de los lugares que más me ha impresionado por las hermosas formas de las rocas talladas por el viento.
Llegamos a la primera cueva, aunque Tanto Antuquito y yo no estábamos seguros de que sea esa la cueva que recordábamos, pues estaba muy cambiada y su entrada se encontraba cubierta por una enorme roca, Walter y César venían detrás de nosotros observando todo el páramo, de pronto un ave pasó sobre nuestras cabezas, pensamos que era una gaviota andina, sin embargo no voló muy lejos y decidió volver y pasar más cerca de nuestros ojos, seguramente se sintió ofendido por haberlo confundido con una gaviota, pues resulto ser un hermoso Guarro de color gris, nunca en mi vida había visto un Guarro tan cerca y en libertad únicamente los había visto en el Zoológico dentro de una jaula, recuerdo que la primera vez que subí al Pico Beltrán también fue la primera vez que vi un lobo andino apenas a dos metros de mí, ahora que he regresado a este hermoso pico, también me regala la vista de un hermoso Guarro libre en las montañas como nosotros.
Continuamos buscando el camino que se encontraba perdido en medio de las quebradas húmedas y cubiertas de Polilepys, esta vez yo iba a la cabeza leyendo la ruta por las pistas que la naturaleza siempre nos da, descendí a una de esas quebradas, encontré el camino y avise a mis amigos que debía seguir por ahí, debíamos llegar a otra cueva que ya habíamos divisado desde una arista, me encontré con otra quebrada que nos separaba de la cueva que buscábamos, subí un poco en compañía de Cesar para buscar un paso que nos permitiera bajar a la quebrada y Antuquito y Walter fueron a buscar otro paso un poco más abajo, los dos grupos encontramos los pasos que buscábamos, pero el que yo encontré fue un tanto complicado, descendí casi resbalando por unos musgos pero cuando llegue a la parte más baja encontré el punto de acceso a la cueva, subí y llegué a la entrada de la cueva que estaba muy húmeda cubierta de musgos y con una gran producción de hierro mineral, desde ese punto el ascenso se tornaría más fácil y nuestro siguiente punto de referencia era la figura de un sapo tallada por el viento (quinto indicio) que marca la escalada de acceso a la cumbre.
Atravesamos un área de roca volcánica compacta, más bien una antigua erupción del volcán, estas piedras debieron ser lava que al pasar de los años se convirtió en roca (sexto indicio) existían muchas rocas fijas a la pared y otras tantas que estaban desprendiéndose del cerro, caminando en dirección oriental llegamos una arista alta solo de roca y a nuestra izquierda asomaba el hermoso sapo de piedra que buscábamos desde ahí comenzaba la escalada, Antuquito siempre a la cabeza, desde este punto Walter lo seguía, luego iba yo llevando una cuerda y algunas cintas por si las cosas se nos complicaba por que recordaba que hace 3 años antes de llegar a la cumbre existía un paso un poco expuesto, detrás de mí venia Cesar que se había sorprendido al ver la figura del sapo.
Ascendí, pero la neblina había ocultado a mis amigos lo último que vi fue que Walter había virado a la izquierda y había pasado detrás de unas rocas, acelere el paso pero no lo alcance, escale por las rocas que había visto que el subió, pero cuando llegue a una pequeña ante cumbre no lo encontré, había huellas en la tierra y marcas del bastón de Walter pero no lo veía por ninguna parte, retorne un poco y vi a mis tres amigos que subían al pico que estaba al otro lado de donde yo me encontraba, entonces descubrí que me había equivocado de pico por suerte Walter y Antuquito también se habían equivocado así que descendí por el otro lado rodee el pico equivocado y los alcance en la arista final que nos llevaría a la cumbre del Pico Beltrán.
La arista final era muy estrecha debíamos pasar por una delgada cuchilla y escalar un área expuesta, ascendimos sin problema, habíamos llegado a la cumbre del pico, me acerque a mis amigos para las felicitaciones correspondientes, nos tomamos una foto juntos con la bandera de El Sadday, tomamos varias fotos de la vista, una suave cobija de neblina nos cubría de vez en cuando dando al Pico un aspecto tenebroso, empezó a granizar y decidimos iniciar el descenso.
Olvide mencionar que Antuquito siempre va a la montaña con su perro Coqui, esta vez el perrito Coqui también nos acompañó, pero le fue difícil el descenso de la cumbre, pues al ser demasiado expuesto el pobre animalito se asustó, pero valientemente y entre pequeños sollozos pegó un gran brinco que lo llevó a la zona segura, volvimos al lugar en donde se encuentra el Sapo y entonces recordé que debía hacer algo importante, mi amiga Guatemalteca Jaqui Muñoz o Pitufina Muñoz como le dicen de cariño en su país, me había pedido hace unos días que le enviar saludos desde una cumbre Ecuatoriana, así que grabe un vídeo con dichos saludos y decidí que escribiría esta Crónica del Caminante dedicada a ella.
Los relámpagos empezaron a sonar, debíamos marcharnos, solo me pude voltear a ver al Pico, recordé por qué le habíamos puesto el nombre de Beltrán, le di las gracias y empezamos el camino a casa siempre prometiendo volver a visitarlo.

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