CRÓNICA DEL CAMINANTE – Partes caminando, otras trotando y otras a pie.
- Pablo Tréboles
- 11 mar 2019
- 6 Min. de lectura
Por. Pablo Tréboles
Uno de mis primeros encuentros con la montaña fue a mis 11 años, me encontraba en el primer curso en el Colegio San Rafael y a la vez también asistía los fines de semana al catecismo para realizar el sagrado sacramento de la confirmación, sin embargo gracias a la intervención de un profesor llamado Marco Montufar quien también formaba parte de la Cruz Roja y que se le había ocurrido formar una brigada de primeros auxilios en el colegio, decidí abandonar el catecismo e ingresar a las filas de la brigada, en esta brigada aprendimos; primeros auxilios, rescate básico, a lanzar fuego con una antorcha y gasolina, a correr kilómetros de distancia entonando canciones, puntualidad y respeto a las demás personas, así como el valor del servicio para la sociedad, aprendimos a hacer ejercicio, a saludar con fuerza; existieron dos prácticas en la brigada que marcaron mi vida por siempre, la primera fue una vez que nos hicieron entrar al río San Pedro para hacer una práctica de rescate terminamos oliendo a rayos por lo sucio que se encuentra ese río y la segunda fue cuando fuimos al cerro Ilaló y nuestro profesor nos hizo subir amarrados de la cintura con una soga, en esta práctica llegue a subir de rango a segunda antigüedad, que orgulloso me sentía de hacer esas cosas, recuerdo que cuando teníamos excursiones le preguntamos al Licenciado Montufar como iríamos a los parques y a los lugares de los que nos hablaba y él respondía “ Unas partes iremos caminando, otras trotando, y otras a pie” luego sonreía y guardaba silencio, yo esperaba contento a los días sábados para ir a las clases de la brigada, y ahora con 26 años de edad continuó agradeciendo a mi Licenciado Montufar por todo lo enseñado.
Por los 14 años del Instituto de la Cruz Roja habían planeado realizar 14 cumbres simultáneas, un gran amigo mío miembro de la Cruz me había pedido que les colabore guiando en el Iliniza Norte para dicho evento, como soy un fan de la Cruz Roja y debo decirlo, siempre quise ser parte de dicha organización sobre todo por la experiencia vivida en la brigada del colegio, acepte feliz de la vida ser guía para el evento, hice los preparativos necesarios junto con el jefe de montaña Carlos y esperamos el día del ascenso.
Habíamos planeado ir a dormir al refugio el Sábado 17 de febrero para el Domingo 18 ascender al Iliniza norte, llegamos al refugio a las 8 de la noche del día planeado entre neblina y aguacero, comimos y descansamos. El día domingo iniciamos actividades a las 5:15am, éramos 5 personas; Carlos, Pato, Diego, Marco de la Cruz Roja y mi persona nos alistamos, revise que todos fueran con el equipo y material necesario, di indicaciones de seguridad y salimos del refugio hacia la cumbre.
En la base del Iliniza norte hice la oración de montaña para pedir permiso a los Apus como siempre acostumbro, mis compañeros de ascenso muy respetuosamente aceptaron mi pequeño ritual y respondieron un fuerte ¡Huyayay! al final de la oración como si ya la hubieran escuchado antes, había nieve desde los 4500msnm por suerte habíamos ido preparados para todo, así que llevamos equipo de alta montaña, botas, crampones y piolet de marcha, además de arneses, mosquetones, una cuerda y sistema de rapel, empezaba a amanecer la primera parte del ascenso lo hicimos solo con las botas y con los bastones, pero al llegar al collado de arena que para mí constituye el primer descanso decidí que lo más óptimo era avanzar con los crampones y los piolets, justo detrás de nosotros se encontraba una pequeña apachita marcando la ruta, a su lado formando un espacio vacío entre ambas había una roca grande, entre la apachita y la roca formaba un pequeño cuadro y en medio de las dos aparecía un radiante Inti naciente, todo estaba cubierto de nieve que los rayos del sol del amanecer pintaban de dorado.
Calzamos crampones mis compañeros hicieron la foto institucional que la Cruz Roja les había solicitado para el proyecto y continuamos la marcha, hubo un momento en que la montaña se despejo, yo iba al frente tratando de encontrar la ruta que se supone está marcada sin embargo la nieve había cubierto cualquier tipo de marca o huella que pudiera ser seguida, me orientaba sólo con los puntos de referencia básicos (la arista, el pico Villavicencio, las 3 agujas, la arista de la ruta directa) de esa forma encontré los pasos y caminos adecuados para que mis compañeros pudieran avanzar sin problema. Llegue al paso de la muerte, esperaba que en este paso fuera necesario colocar la cuerda para que todos pudieran pasar tranquilos, pero tanta era la nieve, que se había formado un corredor que nos facilitó la marcha, me asegure que todos pasaran con bien, descansamos y continuamos.
La montaña estaba cubierta por una hermosa capa blanca que en partes se fundía con la neblina que de vez en cuando nos cubría haciéndome imaginar que entraba a otra dimensión. “Cuando pases por el Chaupi hazlo recordando cuando nos conocimos” me había dicho la chica de ojos color jade al despedirse el día anterior, como me hubiera gustado que ella viera lo mismo que yo veía en ese momento, un mar de nubes bajo nuestros pies, un Cotopaxi despejado y los picos pequeños del Iliniza apareciendo como fantasmas en la niebla, la montaña en definitiva es un mundo diferente.
Daba instrucciones a mis compañeros de cómo avanzar en la nieve, sobre cómo usar el piolet, en una parte tuve que subir por una estrecha canaleta de nieve y roca por que la ruta que planeaba seguir se encontraba en pleno proceso de fundición por los rayos del sol que ya se encontraban más fuertes y por el peligro a que uno de los 5 resbalara tuve que buscar un paso alterno siendo esa canaleta mi mejor opción, la pasamos sin problema llegamos a una ventana donde decidí que descansaríamos y aproveche para buscar el resto de la ruta, pero la neblina era muy espesa, según la hora debíamos estar cerca de la canaleta de cumbre pero no lograba verla por ningún lado, entonces use mi lógica (La arista que se apega a la ruta directa del arenal lleva directo a la canaleta, si me acerco a la arista y la sigo lo más seguro es que me llevara a la canaleta) logre divisar la arista la seguí con la mirada y logre ver la canaleta que nos llevaría a la cumbre, “estamos cerca” les dije a mis amigos y continuamos la marcha, pasamos una ladera de nieve muy divertida si sabes cómo trabar los crampones, la pasamos sin problema y seguros.
Llegamos a la canaleta, vi que se había formado una rampa de nieve y para seguridad de mis compañeros decidí usar la cuerda escalé por la rampa llegue al punto más alto, arme una estación y coloque la cuerda para que mis compañeros la usen como apoyo para escalar por la canaleta y luego por la rampa, espere para reagruparnos, desde ese punto la cumbre está muy cerca, cuando volvimos a estar juntos continúe hacia la cumbre, di la pequeña curva que lleva hacia la arista final y apareció la cruz que señala el punto más alto de la montaña 5126msnm habíamos conseguido la tercera cumbre de los 14 volcanes por los 14 años del Instituto de la Cruz Roja sin duda esto era un evento histórico, en la cumbre hicieron las fotos institucionales con la bandera de la Cruz, pero “la cumbre es solo la mitad del camino” no recuerdo quien dijo esa frase pero tiene mucha razón, ahora había que descender.
Existen grandes montañeros en toda la historia y muchos han escrito crónicas de sus aventuras en grandes y pequeñas montañas, grandes y pequeñas experiencias, pero muchos de ellos han visto a la cumbre como la meta, yo les digo NO, en la montaña no hay metas, las metas son para las actividades de competencia y aquí no hay cabida para la competencia, si vamos a poner una meta en el ascenso de una montaña que sea llegar a nuestras casas.
Iniciamos el descenso, bajamos por la canaleta y luego siguiendo el mismo camino por donde subí, iba siguiendo nuestras propias huellas, pero mis compañeros siendo relativamente nuevos en la montaña aparte de bajar con dificultad llegaron a pensar que íbamos por un camino diferente, en el descenso encontramos a otro grupo que habían escalado el pico Villavicencio, cuando llegamos al collado de arena en donde nos habíamos puesto los crampones tomamos un respiro y desde ahí tome el camino directo por el arenal para bajar de forma rápida, llegué al refugio en donde encontramos a un grupo de miembros de la “AGRUPACION EXCURSIONISTA NUEVOS HORIZONTES” saludamos afectuosamente, organizamos nuestras mochilas, comimos algo e iniciamos el regreso de dos horas y media al parqueadero de la virgen, cuando salimos del refugio empezó a llover y a granizar levemente, con nuestras mochilas pesadas tanto por el equipo como por lo mojadas que estaban por el aguacero de la noche anterior cruzó una idea por mi cabeza “tendremos que bajar, unas partes caminando, otras trotando y otras a pie”.
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