CRÓNICA DEL CAMINANTE – La historia de Jorge y los Ilinizas.
- Pablo Tréboles
- 24 jun 2019
- 6 Min. de lectura
CRÓNICA DEL CAMINANTE – La historia de Jorge y los Ilinizas.
Por: Pablo Tréboles
(Durante muchos años en el Ecuador, esta actividad se la consideraba como de escogidas minorías, de seres especiales, de “titanes” como alguna vez leí en un periódico. Además, se consideraba al montañismo como un deporte extraño, incomprensible, de unos cuantos locos que “se mataban subiendo solitos para estar unos minutos en la cumbre y bajar enseguida.” ¿Qué ganaban con esto? ¿Para qué tantos esfuerzos y tantos peligros? ¿Qué pretendían al arriesgar sus vidas entre rocas verticales, grietas y abismos? Con El- Sadday rompimos estos mitos y ayudamos a encontrar respuestas adecuadas a estas preguntas.
En 1970 lanzamos dos lemas sencillos y de agarre popular “El Montañismo es para todos” y Es Fácil y seguro ascender con El-Sadday”)
“Montaña Pasión y mensaje” Fabián Zurita.
Había llegado al Sadday buscando un grupo para ir a la montaña y en la primera reunión descubrí que este movimiento era mucho más que un grupo de montaña, descubrí que para ellos la práctica del montañismo va mucho más allá de una foto en la cumbre, para ellos el montañismo es una escuela de formación de líderes, donde no existen ni mejores, ni peores, donde todos son iguales y eso hizo que decidiera quedarme a formar parte de El Sadday.
El Sadday ha mantenido esta ideología durante 50 años. Yo había conversado con compañeros Saddaistas y me habían contado que, en los programas de verano, el movimiento manejaba más 30 personas, no lo podía creer, hasta que el 5 de agosto del 2017 vi con mis propios ojos a 83 caminantes moverse curiosos por los páramos de los Ilinizas, nunca había visto grupos tan grandes de personas persiguiendo el mismo objetivo, siendo nuevo en El Sadday, esto era una verdadera sorpresa.
Encabezando la caravana de montaña iba Cesar marcando el paso, detrás de él iban los niños que entre asombros y cansancios descubrían la montaña, luego iban los adultos formando una enorme fila a lo largo del sendero, los enlaces de la salida, se movían controlando la fila, todo esto era asombroso, sin embargo había alguien en el grupo de las 83 personas que verdaderamente sorprendía a muchos, Jorge un muchacho de 22 años de edad, no vidente de nacimiento, estudiante de Jurisprudencia y amigo de Salo, que se había motivado por las historias de montaña que ella le contaba cuando se encontraban, Jorge decidió ir a los Ilinizas.
Salo, Jorge y Yo nos encordamos, yo era el cronista de la salida y siendo un cazador de historias, pensé que subir con Jorge sería algo magnífico, nos mezclamos entre los ascensionistas, y encordados avanzamos, mientras caminábamos Jorge no paraba de hablar, hacía bromas, y nos preguntaba lo que tenía a su lado, Intentábamos describir el paisaje, Jorge me había dicho que sólo distinguía luces y sombras, así que tratábamos junto con Salo de advertir los obstáculos y las imperfecciones del camino.
Les hablaba sobre las historias que se han desarrollado durante muchos años en estos cerros, sobre las ascensiones de Whymper, la captura de Rumiñahui, sobre David Beltrán, les conté la leyenda del Guagua Yumbo, Jorge Cada vez hacía más preguntas, su afán por conocer y su energía era única.
Cuando llegamos al descanso, le dije a Jorge que en el lugar había una gran piedra y dijo que quería subirse a ella, le quite el mosquetón de su arnés, y le pedí ayuda a Juanito, nos acercamos a la roca y lo ayudamos a subir, en la parte más alta Jorge pidió que le tomaran una foto, nuestro amigo estaba feliz de la aventura que estaba viviendo.
Durante el descanso Cesar pidió a todo el grupo guardar silencio, su intención era que escucháramos a la montaña, el sonido que los pajonales hacen al ser acariciados por el viento, el suave silbido de las brisas que recorren estos espacios de paz, alguna vez alguien me dijo que el viento captura historias, pero como no puede hablar y solo silbar, lleva esas historias en forma de canciones por las montañas, pueblos y ciudades buscando a alguien que pueda entenderlas.
Deje a Jorge un momento con la seguridad de Salo, y me aleje un poco para realizar mi oración de montaña, no él TE DEUM DE CUMBRES del El-Sadday que es hermoso, si no la oración que mi amigo Antuquito me había enseñado en las faldas del corazón hace ya 7 años, la necesitaba para continuar el ascenso.
Debíamos seguir la marcha, nos volvimos a encordar, ahora llegaba la parte más difícil del trayecto, el extenso arenal que lleva hasta el refugio de los Ilinizas, todos en fila avanzamos, me encontraba cansado, pero Jorge con su espíritu imparable me motivaba a continuar, Salo iba detrás de Jorge, también ella iba motivada y poniendo mucha energía, estos dos seres increíbles como lo son Jorge y Salo, hacían que me sintiera alegre de estar ahí, alegre de haber llegado a El-Sadday, alegre de haber conocido a la montaña y muy especialmente alegre de haber conocido a los Saddaistas.
Pasamos las dos piedras grandes del arenal, y le dije a Jorge que ya nos encontrábamos cerca al refugio, note que se puso muy alegre, a lo lejos logré notar la casita de piedra que se levanta en la hondonada de los Ilinizas, -llegamos- le dije a Jorge y entramos al refugio, el primer grupo que había llegado junto a Cesar recibieron a Jorge con fuertes aplausos, Jorge se sentó en una de las camas del refugio y guardó silencio.
Cesar me pidió que no dejará que las personas a nuestro cargo se alejaran del refugio y me coloque fuera de él, pendiente de todos. Entonces apareció el hermoso Lobo de páramo que siempre se siente hambriento por la comida fácil que los visitantes le regalan, les dimos indicaciones a nuestros acompañantes de que no le dieran de comer, que eso está mal, porque nuestra comida le hace daño, ellos entendieron y se limitaron a tomarle fotos y a comentar su belleza.
Era hora de regresar y volvimos a armar la fila inicial con Cesar a la cabeza del grupo, los niños, los adultos, los enlaces, y la cordada conformada por Salo, Jorge y yo, empezamos el descenso, Jorge dijo que se sentía preocupado por bajar, pero debíamos hacerlo, note que en la bajada yo iba muy rápido y que prácticamente halaba a Jorge y a Salo, entonces decidí que Salo bajaría a la cabeza y cambiamos de lugares manteniendo a Jorge en la mitad de la cordada, y así bajamos yo iba atrás frenado los pequeños resbalones que Jorge tenía en algunos puntos del arenal y Salo iba al frente dirigiendo a Jorge por donde el resto de compañeros habían pasado.
Terminamos el arenal, desde ese punto hasta la Virgen sería mucho más sencillo el descenso, y Jorge inicio una conversación sobre las preguntas más frecuentes que le hacen, y empezó a darnos una lección de superación personal, “no existen los límites” “puedes hacer todo lo que te propongas” “si te dicen que no puedes hacer algo, demuestra que si puedes” esas eran las frases de Jorge, nos contó que había sido seleccionado de Pichincha en Taekwondo, que caminaba solo desde los 12 años, que antes trabajaba en los buses y que alguna vez le habían dicho que él nunca podría entrar a estudiar a la Universidad y dijo “Para mí los complejos no existen” y nos preguntó sobre qué medidas habías tomado al saber que un no vidente iría a la montaña con nosotros, le dije que solo habíamos decidido encordarnos y Salo agrego que esa había sido idea de Diego otro amigo Saddaista.
Llegamos a las camionetas que habíamos contratado, nos llevaron hasta el Chaupi donde nos esperaban los autobuses, ahí nuestros caminos se separaban, Salo y Jorge regresaban a Quito en el bus número uno, y yo debía ir en el bus número dos, me despedí de Jorge, me abrazo y me dio las gracias -gracias por halarme en la cuesta- dijo -debemos seguir en contacto para salir otra vez a otra aventura-.
Nuestro objetivo era ir a la laguna, no llegamos a ella porque había mal clima, y por qué ya era muy tarde cuando llegamos al refugio, tampoco fue una salida de cumbre de uno de los dos Ilinizas, fue solo una salida para compartir con los demás, como dice mi amiga Evelyn Yambay “la montaña se trata de compartir y de aprender del otro” creo que ver la sonrisa de Jorge, y escuchar que estaba muy feliz de su aventura en los Ilinizas fue el verdadero triunfo de esta salida.
Si es verdad que el viento captura historias y las transmite en forma de canciones, estoy seguro que llevará por todos los cerros la historia de Jorge, y los Ilinizas.

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