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CRÓNICA DEL CAMINANTE – Descubriendo el Tundurumi.

  • Foto del escritor: Pablo Tréboles
    Pablo Tréboles
  • 4 feb 2019
  • 5 Min. de lectura

Por: Pablo Tréboles



Parte de la actividad del montañismo es la exploración y la apertura de nuevas rutas, alguna vez había dicho que siempre me identifique con Indiana Jones y tengo cierto gusto por las montañas, picos, aristas y paredes poco visitadas. En esta ocasión visitamos un pequeño domo rocoso ubicado al pie del Iliniza Norte, La exploración no tiene que ver solo con buscar nuevos caminos sino también con entender la cultura asociada a los lugares que se desea conocer y descubrir. Así que, empezare contándoles la leyenda del Guagua Yumbo que se desarrolla precisamente en ese domo rocoso llamado Tundurumi (Mesa de piedra). Las lenguas malintencionadas avisaron a los españoles que Rumiñahui había entrado a los Ilinizas cargando un bulto grande y pesado, los barbudos acudieron al lugar y encontraron a Rumiñahui descendiendo a lo que hoy se conoce como el Chaupi, capturaron al General Inca y tiempo después fue asesinado, nunca se supo lo que Rumiñahui llevaba en el bulto. Pero los españoles entendieron que los dos cerros consistían en un lugar sagrado, entonces los barbudos realizaron una misa para santificar el lugar, pero al finalizar la misa, un rayo cayó golpeando el cerro Tundurumi e inmediatamente apareció un guagua, un niño completamente desnudo y desde lo alto del cerro se escuchó retumbar su voz diciendo –por profanar este lugar sagrado todos los templos construidos y que puedan ser vistos por mí, tendrán que rendir honor a Tioniza y Catsuncumbi y tendrán que tener dos torres-. Curiosamente todas las iglesias que se encuentran en el Canton Mejia tiene dos torres en su arquitectura y siempre una de ellas señala el Sur y la otra El norte, tal como los Ilinizas. El 30 de Abril del 2018 mis amigos y yo, después de haber pasado una noche de tertulias en la Hosteria Chiguac de mi amigo Antuquito, nos dirigimos a los Ilinizas, pero nuestro objetivo no era el ascenso de ninguno de los dos picos, nuestro objetivo era el Tundurumi, ese domo de roca que se ubica al pie del Iliniza norte, algunas veces lo había visto y siempre me llamaba la atención y esta vez aprovechando que era feriado decidimos con mis amigos ir a investigarlo y tratar de encontrar un paso a la cumbre, en el grupo se encontraba Lucho Revelo, Pablo Viteri, Andrea Lema, Gaby Valenzuela, Daniel Moposita, Evelyn Arellano y su primo Leo, Sandrita Ríos, Hercson Santander y yo. Es curiosa la forma en que las montañas nos hechizan, a mí me gustan todas las montañas, no importa su tamaño o su nivel técnico, simplemente disfruto de sus bosques, ríos, páramos, piedras, nieves, animales, plantas, disfruto del viento, del silencio, del frio y de la lluvia, me gustan todas las montañas y todas los lugares en donde lo que más abunda es naturaleza, y disfruto también de las leyendas e historias que estos lugares generan. Nuestro andar era suave pues como grupo debíamos acoplarnos al caminar de la persona más “débil” caminábamos en fila, riendo y de vez en cuando echando una mirada a nuestra montaña desconocida, pues ninguno de los diez había estado ahí antes, mientras caminábamos contaba a mis amigos la leyenda del Guagua Yumbo y ellos la escuchaban con mucha atención y veían al Tundurumi como soñando despiertos con la historia que les relataba. Nos acercamos entre risas hasta el arenal que lleva al refugio de los Ilinizas, desde ahí hacia el Oriente se observaba un fantástico mar de nubes y sobre él, un blanco Cotopaxi nos alentaba a seguir nuestro camino, viramos hacia la derecha para acercarnos al rio que fluye entre la quebrada, en el rio realizamos unas fotos, pues ahí es donde nace el rio San Pedro y nada como ver el tierno nacimiento de un rio para hacer conciencia de la conservación de este líquido vital. Teniendo a nuestro alcance el dulce sonido del agua corriendo entre las rocas, el sonido de las canciones del viento y a dos Ilinizas cubiertos de nieve decidimos que ese punto en la montaña era el mejor lugar para pedir permiso a los Apus para ingresar y continuar con nuestra exploración, realizamos la oración que siempre hacemos antes de subir y al terminarla, las diez gargantas gritaron un fuerte ¡HUYAYAY! y nos adentramos al arenal rojo del lado Oriental del Iliniza norte, mi plan era subir por ahí, hasta llegar a la arista de arena y roca que conecta con el Tundurumi y así lo hicimos, yo iba al frente y detrás de mi venia Sandrita, en un momento voltee a mirarla y vi que se sujetaba el pecho, le pregunte si tenía algún problema con su corazón, dijo que no, le pregunte por sus pulmones y me contó que sufría de asma, eso trajo a mi memoria a mi querida amiga Abigail Estrella quien también sufre de asma pero a pesar de eso su primera cumbre había sido el Iliniza Norte, le conté a Sandrita sobre mi otra amiga y le dije que caminara a su ritmo, que no se preocupara de los tiempos, que disfrute de la montaña, Sandrita sonrió. Note que por el lugar donde caminábamos solo habían transitado toros de monte, caballos y lobos, no había señal alguna de que por ahí hubiera existido presencia humana reciente, me detuve para mirar el paisaje y frente a mi apareció una roca peculiar, con ojos, nariz y una boca sonriente, una de esas tantas figuras de piedra que se esconden en los Andes se encontraba en este lugar, un rostro de roca. Poco a poco nos acercábamos al Tundurumi, llegamos a una pequeña arista con vista al Norte y descubrimos frente a nosotros la antigua vía de los Italianos la más técnica y casi olvidada ruta del Iliniza Norte y a nuestra derecha se levantaba la arista del cerro que queríamos conocer, en mi mente pasaba solo una idea, Tundurumi significa Mesa de Piedra, el nombre nos dice que probablemente era usado como un sitio ceremonial por los Yumbos, los Kitus o los Panzaleos, no existe registro histórico de alguien o de algún grupo que haya subido a la cumbre del Tundurimi y actualmente se promociona una circunvalación al cerro, pero no un ascenso a su cumbre es decir que probablemente por lo menos en unos 500 años ningún ser humano había pisado la cumbre y desde el punto en donde nos encontrábamos podía ver el por qué, pues no se notaba ninguna manera visible de acceso a la cumbre, pedí a mis amigos que se colocaran los cascos por seguridad, pues todo lo que se veía eran grandes rocas que sobresalían de la montaña. Se podía ver por la Izquierda una especie de camino formado por el agua que parecía que llevaba a la cumbre, pero a la derecha descubrí que podía ser posible subir de una manera más divertida, así que pregunte a mis amigos -¿por el camino o por la arista?- por la arista respondieron, así que obedecí, poco a poco se veía como el camino de la arista nos llevaba de manera segura a la cumbre, hice el ritual de la piedra muchana que trata de dar un beso a la primera piedra grande que encuentres en el ascenso, esta subida no nos llevó mucho tiempo y pronto estuvimos en la puerta de la cumbre, llame a Sandrita y a Gaby, hice que se detuvieran junto a mí, tome sus manos y les dije –ustedes pasen primero- y así lo hicieron tal vez en 500 años nadie había pisado esa cumbre y por primera vez los primeros pies en estar en ella fueron de dos grandes mujeres, seguidas por ocho pares de pies y desde lo más alto de un pequeño cerro 4200msnm dieron las gracias y rieron.


 
 
 

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